Fui creciendo, me mantenía activo, a los 12 llegué a correr 400 mts y 800 metros, fui campeón nacional. Comencé a trabajar a los 15 años en una tortillería, al primer año me compré un carro, pero manejaba de forma irresponsable. Se me hacía fácil…
Un año, pocos días antes de mi cumpleaños, un amigo del gimnasio me ofreció una granja a las afueras de la ciudad. Esa propuesta me cayó perfecta, porque quería festejar a lo grande. El día de la fiesta, él pasó por mí. Todo estuvo divertido, comenzó en la tarde, a las 10 de la noche yo ya me sentía borracho, le pedí a mi amigo que nos regresáramos; además, al día siguiente tenía partido de fútbol y no quería estar crudo o desvelado.
Veníamos de regreso, éramos cuatro. Los tres que veníamos de pasajeros comenzamos a decirle al conductor que venía muy lento, que por qué no le pisaba un poco más. El acelerador llegó hasta los 180 kilómetros por hora cuando nos impactamos contra un carro, después un segundo impacto contra ocho carros estacionados de una fiesta de XV años. Yo me desmayé, logré despertarme en medio de una sala de choque cuando los doctores me estaban reanimando. No podía mover ninguna de mis extremidades, tampoco se me hizo raro. Una vez estable, me pasaron al cuarto. Vino el neurólogo, me tenían que operar porque tenía una lesión medular a la altura de las cervicales 5 y 6 con un diagnóstico de Cuadriplejia.
Duré tres meses en el hospital, dijo el doctor que no había perdido la vida por mi buena condición. Me llevaron a mi casa, ahí fue donde me cayó el veinte sobre mi nueva situación. El primer año mi actitud era pesada, no me gustaba ir a terapia, estaba enojado con mi familia y con los pocos amigos que tenía, comencé a resignarme.
Me di cuenta que mi mamá cada vez se veía más triste y delgada, no sabía por qué. Hasta que un amigo me dijo que tenía cáncer. No me querían decir nada para no desanimarme. Desde ahí, pensé en todos los que me rodeaban, cambié mi actitud. Mi mamá falleció, pero yo me hice consciente de que no seguir drenando emocionalmente a mis seres queridos.
En 2015 me invitaron a dar mi primera plática sobre concientización de manejar en estado de ebriedad, al principio me daba miedo porque siempre fui malo para exponer en la escuela, me animé. En 2016 me contrataron en vialidad, comencé a ganar un sueldo contando mi experiencia. Después por una amiga conocí a un chavo que buscaba a alguien para participar en triatlones. Me animé, comencé en el triciclo con carreras de 5 y de 10 kilómetros, después hice el medio maratón de Chihuahua, y después el medio Ironman de cozumel, aquí se cumplió uno de mis peores miedos cuando me caí al mar en la etapa de Kayak, aguanté la respiración mientras mis compañeros me sacaban. Hice 10 kilómetros acostado, después el triciclo. No paraba de preguntarme qué estaba haciendo ahí. En 2020 me invitaron a un evento en República Dominicana, que se canceló por la pandemia; fui hasta 2021.
Cuando llegué a mi casa, había un regalo para mí, esto me hizo valorar mi esfuerzo, me sentí afortunado.
Tiempo después me invitaron a dar una plática al Santos de Torreón, pero no al equipo titular, me hicieron un homenaje. En 2024 me volvieron a invitar a dar una plática, conocí al director técnico, y él me invitó a dar la plática al primer equipo. Uno de mis sueños se había cumplido.
Muchas de las cosas que he logrado son gracias a mi amigo Pedro, le decimos “el Ken”, mi ex cuñado. No sé por qué me ayuda, todos los días viene a la casa en la mañana y en la noche. Es un todólogo que se ha convertido en mis extremidades, un gran apoyo en todo lo que he hecho.
Yo vivo solo, porque me gusta. En mi casa todo está conectado para tener mayor facilidad. Todo lo manejo con el teléfono, de esa forma me comunicó con las personas para que puedan venir a ayudarme, si no están disponibles, entiendo. Me gusta estar en paz. Tengo dos trabajos, uno en vialidad dando mis prácticas y cursos de prevención y en la URN en el área de promoción académica.
Me gusta compartir mi testimonio, concientizar sobre la inclusión y las limitaciones que tenemos las personas en sillas de ruedas. Mi motivación no se apaga. Realmente, ya no me importa si puedo volver a caminar o no, porque sé que desde mi condición puedo seguir haciendo cosas importantes, incluso he hecho más que cuando tenía todas las “facilidades”.